Te dejo caer en un océano aterciopelado sujeto a mástiles
Y juegas bamboleando tus brazos y pies de lado a lado.
Tu mirada penetra y me empuja a hundirme en tus labios,
Me desespero y me sumerjo aun más en tu océano.
Acaricio tu pelo mientras ronroneo lo que te deseo,
Inclino tu cuerpo para fotografiar todo tu sexo,
Tan vivas y corriente lleno de placer obsceno.
Envuelvo tus pechos dibujando contornos ilusorios con mis manos,
Como en la arena mis dedos quedan marcados.
Vuelvo mi mirada a tu rostro sonrojado, veo que mueres de deseo.
Me embarco camino a lo desconocido,
suelto un sollozo gemido para saber si estás conmigo.
Tú me respondes con un suspiro,
Tan intenso y profundo como si viniera del mismo infierno.
Desciendo poco a poco por tu pecho dejando que mi tacto trace un solo sendero.
Rozo y cosquilleo cada centímetro que recorro y tú, mueres de deseo.
Retraso mi destino, he olvidado mis besos.
Se han estancado en la cima de tus cerros,
Más y más se humectan y empiezan a resbalar al son de mi lengua punzante,
Giro tras giro noto como te contraes.
Siento que quieres más y me adentro de una buena vez.
Me deslizo con la humedad hacia tu sendero,
Sin parar hundo la misma en tu sexo.
Tu vientre comienza a arder como un volcán apunto de erupción,
Vuelvo mi mirada y te veo entre tus piernas eternas,
Qué bien luces lejos de mí y mi mejor anhelo.
Mi boca se ahoga en tu océano y siento que te alejas de mi cuerpo.
Lo abrazo con fuerza, forcejeo con mi hombría separando tus piernas eternas de par en par.
Mi daga arde en llamas y desea tu muerte en mis brazos.
Penetra lento, bien lento apaciguando sus llamas
Y escucho a lo lejos un sonido fino embriagado de dolor del más lejano pico.
¡Eres tú! ¡Oh Ser! que pides que el dolor no cese,
Que siga penetrando mi daga hacia tu muerte.
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