12/1/12

A los Orixa...

Se levanta el sol con toda su claridad arremetiéndose contra la sombra ya satisfecha de su noche. Los pájaros entonan sus melodías y la mañana se convierte en un concierto donde el llanto de los más pequeños junto al caudal del rio que pasa firmemente por el Este son las voces principales. Se regocija la tribu y bendice a Oxalá por haber despertado junto a sus queridos. Los bailes ya se van acomodando a lo largo de la mañana ventosa. Uno a uno se van contagiando la alegría con el barro húmedo del roció anterior que salpica los rostros y cuerpos de los danzarines. Todo es magia, nada es temor.
Listones de telas rojas, blancas todas ellas manchadas por el sudor agraciado de sus cuerpos. Polleras que bailan de aquí para allá contentan el día tan maravilloso que se presenta.
De pronto, como cae la noche, se siente cerca del rio un grito ahogado de terror, polvareda por doquier incitando el más cruel desenlace. Mortales atribuyendo ser dueños, dueños del rencor. La tribu huye despavorida hacia el centro de su campamento.
¡Las danzas acalladas! ¡Los rojos y blancos teñidos de sangre!
Donde el guerrero con su fiel estaca marcha elevando alaridos hacia el más lejano pico, exclama: ¡Batalla! ¡Ogún! ¡Batalla!. Su enemigo cae rendido al ímpetu con que el santo no vacila en verse envuelto en su terror. Todo sucedió tan breve pero con un encanto particular.
En un instante un suplicio se adueño del silencio que inundó la batalla. Hubo calma, solo el viento transito y no se detuvo.
Tambores, ¡La tierra revuelta por los pasos turbulentos!, Tambores, ¡el fuego ardiendo en sus ojos felinos! ¡Armas punzantes se mueven de vaivén en vaivén! Las niñas sonríen encandilando el temor, listones blancos y amarillos inician el deceso del dolor. ¡Caras marcadas por el lodo alegre!
Niña Orixa  ¡Bambolea tu baile al son de este cantar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario